Mi pasión por la pesca con mosca nació con un viaje a la Patagonia con amigos. Nunca le había dado mucho interés a la pesca; solo sabía que me gustaba.
En San Martín de los Andes, provincia de Neuquén, tuve mi primer acercamiento. Cuando volví del Sur, decidí investigar un poco más. Compré mi primer "combo" y, gracias a los videos de Mel Krieger, comencé a practicar en el parque cerca de mi casa en la Ciudad de Buenos Aires.
Mi interés fue creciendo, y descubrí el Club San Huberto. Allí aprendí a lanzar (o 'castear') correctamente y a atar moscas.
Terminando el primer nivel del curso del club, viajé a Bariloche y allí descubrí mi pasión: ¡La pesca con mosca!
Aunque los videos y textos ayudaron al principio, sentía que necesitaba algo más. Investigando por internet me crucé con el Club San Huberto, ubicado Ramos Mejía (conurbano de Buenos Aires), donde encontré un grupo humano y profesores que compartían mi pasión. Allí até mis primeras moscas y perfeccioné mi casteo; fue mi templo de aprendizaje durante tres años.
En el club conocí a Diego Flores. Gracias a su exposición se encendió la llama de la pesca de carpas con mosca. Mi interés creció tanto que asistí a otra charla suya en General Roca, Río Negro, donde también estaba Sebastián Pagano, un gran conocedor técnico de la especie y su ambiente.
Los primeros intentos fueron frustrantes. Tras varios meses de "pasear", logré mi primera captura cerca de la ciudad de Neuquén y descubrí lo increíble del Carp FlyFishing. Hoy, tras años de experiencia, me especializo en la pesca de carpas en la zona del Alto Valle.
En cuanto a las truchas, soy amante de la pesca fina: moscas secas o ninfas en anzuelo #20 hacen de esta actividad un deleite. Sin embargo, los grandes trofeos del Río Limay me incentivaron a usar streamers, líneas shooting y tiros largos. Los seminarios de Marcelo Morales fueron fundamentales para perfeccionar mi técnica de casteo, manejo de línea y lectura de aguas.
Mi próximo objetivo es obtener la certificación como instructor de casteo.